Campañas y neo políticos
¿Servidores públicos?



José Luís Loyo Ochoa
Julio 09/07




Veracruz, ver. MX. El concepto o apreciación que se tiene de lo que significa un servidor y un político varía según la óptica de quien se trate, un servidor, según idioma, es alguien que sirve, que trata de servir a quien o a quienes lo necesiten, y entre los nuevos servidores está mal entendido el término, o lo entienden a su conveniencia.

Recalcitrantes y fastidiosos hemos expuesto a ustedes a todos esos a los que hemos visto las formas en que llegan al servicio público, sin más fortuna que una clara ambición de riqueza y, ya una vez incrustados en los puestos, cual buitres hambrientos se dan a la tarea de llenar sus tenaces con todo lo que pueden, esa desmedida ambición nos indica que su seguridad en mantenerse dentro del servio público no es firme, actúan en la creencia de que mañana irán de patitas a la calle, pero eso, si con los bolsillos repletos de todo lo que ayer no tenían, sin embargo, la ceguera de mi pueblo les ha permitido seguir en esos puestos, pero ya tienen el control perdido, su voracidad les niega el límite de la prudencia y siguen cual chiquillos con piñatas llenándose las bolsas de todo lo que pueden pepenar en materia de billetes.

Quienes están en política no son, en modo alguno, hermanas de la caridad, política es labor, trabajo, y como tal, debe de obtener su remuneración, sin embargo, no creemos que exista a la fecha, nadie en ningún País del orbe que ejerza el arte de la política como un medio para ayudar sin el interés de procurarse a sí mismo el bienestar económico, y no es criticable esa actitud, la critica se da en que algunos pierden la medida de lo aceptable y, engolosinados le meten la mano al cajón sin pudor alguno, se llenan como en esos concursos de comilones al grado de perder la noción de la saciedad, y al igual que en esos concursos, exhiben sin tener el mínimo de pudor ese producto de su voracidad.

Los refranes, en cualquier parte del mundo, tiene su razón de existir, son la filosofía que los pueblos externan, y recordemos que todos los pueblos son sabios, por lo tanto esa filosofía está apegada a la realidad que vivimos, aquellos que antes de subir al podium del político le gruñían las tripas diariamente por el hambre, tratan de saciar la misma con mayor ímpetu de aquel hace sus tres alimentos diarios, es lógico, llegan en la creencia de que quizá mañana tengan que volver a las calles para seguir mendigando el plato de frijoles, pero al hambre le agregamos ahora el sabor del poder, y quien ha saboreado ese néctar de los dioses difícil es que pueda prescindir de él, ese néctar es más embriagador que el mismo vino o tequila.

La cruda o resaca en el borracho es mortal, al igual, en el político la pérdida del poder es la cruda que el impide coordinar con serenidad sus actos, por lo mismo, esos que nunca antes se habían embriagado con el poder político, cuando lo hacen se vuelven adictos, y como el adicto, tiene la necesidad de seguir sorbiendo de ese néctar que le permite estar encima del resto del pueblo, desde donde pueden verle debajo de ellos y sentirse semidioses en olimpo rodeados de otros iguales a él, pero nunca jamás volver al status de pueblo, las mieles se les dieron y su sabor es incomparable con el agua corriente que bebe el plebeyo.
Esa definición tan larga es la que podemos dar del nuevo político, sobre todo de esos que la fortuna todo les había negado, pero que, al subir al peldaño de los semidioses saborean miel que antes no habían probado, acostumbrados al aguardiente, cuando beben una coñag se les niega el paladar ha volver al aguardiente, o aquel que en la inactiva privada fue empresario, pero que por incapacidad hizo fracasar ese negocio que le dejaron padres o abuelos, piense usted amable lector si ese que, por incapacidad quiebra los negocios familiares encuentra en la política la forma de resarcirse de lo perdido querrá perder ese poder al que hoy subió.

¿Ya se aburrió?, lástima, crea usted que lo lamento, pero esa es la definición que podemos darle de lo que consideramos están en la política, sobre todo de esos de nuevo cuño de esos que han demostrado absoluta carencia de un auténtico sentido de lo que significa servicio y servidor, de esos que, al llegar solamente han buscado saciar sus ansias de enriquecimiento y, probando el poder que nunca antes habían tenido, se niegan ahora ha dejarlo, cueste todo lo que pueda costarles, bueno no todo, lo que se han embolsado jamás saldrá para perderse.

Ahí les dejamos una de las tantas acepciones de lo que pueda ser “política”; El único barco que navega en los mares de las letrinas y del fango, y por ende, su tripulación son piratas al acecho del saqueo, sencillito, como suena y se escribe, y si usted amable lector quiere irse a uno de sesos barcos navegantes del estiércol, aproche ahora que hay carencia de candidatos y súbase al primero barco de esos que le da cabida, total, si no se marea con la embravecida marejada de estiércol puede que agarre su consabido hueso por mínimo un período, y crea usted que ya con eso puede salir de pobre junto con su familia.

Del político de carrera, ese, puede ser igual de corrupto, pero su medida está sabida debe de ser para los puestos a los que sebe habrá de ir, ese no piensa que el mundo debe de beberse de un solo trago, hoy está en un puesto y mañana estará en otro, para es político de carrera, se lleva a los bolsillos, pero con mesura, sabedor de que si rellena sus bolsillos puede darse que rompa las talegas y se caiga todo lo que lleve, y mientras esperamos un milagro y nos llama algún partidito para irnos de diputado de alguna de las islitas de nuestra costa, usted no olvide que nuestros correos están para tratar de servirles con mucho gusto: loyocruceropolitico@yahoo.com.mx y loyocrucero@hotmail.com